16 de enero de 2015

Glamour

Que te dediques a hacer cerveza regulera puede tener un pase, que se la des a tus amigos y familiares puede que también -lazos muy fuertes hay que tener, aviso- que la comercialices ya empieza a ser heavy, pero que tengas los santos cojones de ponerle Glamour al asuntoooo... hay que hacérselo mirar seriamente.

A tenor del título de la cerveza y de la estampa que la acompaña es casi imposible no imaginarse a Carmen Lomana en Puerto Banús con una de éstas, es lógico y natural. Solo los elegidos pueden tomarse una Glamour y el resto de los mortales estáis condenados a beber Cruzcampo, que lo sepáis.

Uno tiene familiares y amigos desperdigados por toda la geografía ibérica, y suelen portarse bastante bien con un servidor, así de vez en cuando me cae alguna birrita de distribución local difícil de encontrar en cualquier tienda especializada. Pues bien, ésta acabó en mi nevera a través de un amigo que hizo el guiri este verano en Mojácar, y por el aspecto miedito me daba la cosa, y la verdad es que no andaba mal encaminado...

De color caramelo y carbonatación abundante, la Glamour es una cerveza de sabor rarete, de malta tostada, pero un tuesteee... no sé como describirlo, pero nada bueno. Es una cerveza de alta fermentación y la etiqueta no nos ofrece ningún tipo de información al respecto, por no poner no pone ni la graduación -ahí tus huevos- el saborcillo a mí me ha recordado a las cervezas Blond belgas un poco pasaditas de rosca, con el alcohol bastante marcado, un tanto desagradable, de manera que la he clasificado como tal aunque debe estar en un limbo birruno entre las Ales. ¿Notas de cafe? no, ¿de regaliz? nein, ¿entonces, qué es ese tueste Javier? mirad que os diga, hay cosas en esta vida que es mejor no saberlas. La etiqueta por eso, indica que está elaborada con la mejor selección de maltas y que está ideada para los paladares más selectos. Respecto a lo primero no lo pongo en duda, el problema está en cómo utilizarlas, respecto a lo segundo, sin tener el paladar demasiado selecto, me ha sonado al cuento de "El traje nuevo del emperador", así que yo debo ser algo así como el chaval que le decía a todo el mundo que el hombre iba en pelotas con el níspero al aire en mitad de la calle pero en versión birruna.

El amigo que me trajo esta cerveza es homebrewer amateur y me dijo que era bastante parecida a los primeros mejunjes que hizo en casa -cosa que secundo- solo que él tuvo la decencia de no vendérsela a nadie. Por otro lado, si uno le pone a su cerveza de nombre Glamour, pues coño, cúrrate un poquito la etiqueta chato, no me la hagas con el paintbrush. En fin, una trampa para los guiris de Mojácar. La graduación es un misterio, dudo que sea legal no indicarlo.

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