Pues creo que desde junio que no me bebía una Omnipollo, y eso que este verano estuvimos en Estocolmo. Intentamos cenar en el Omnipollos Hatt sin éxito, y desde entonces ha habido una sequía considerable de la cervecera holmiense en el blog.
Este año comenzamos muy bien el rendimento birruno, y el día 2 unos amigos y yo hicimos una visita al Tragaldabas de Sant Cugat. Como no me sedujo nada de lo que tenían pinchado en sus tiradores opté por la opción enlatada/embotellada, y una de las que cayó fue la Leon, que creo que debe ser una de las pocas del catálogo fijo de Omnipollo que me quedaban por probar.
Se trata de una Belgian Pale Ale elaborada con un único tipo de malta, levadura de champán y la adición masiva de lúpulos, algo poco usual para este tipo de receta.
La sirvo en copa, presenta un color dorado bastante turbio, con una copiosa capa de espuma de aspecto jabonoso. En boca me resulta maltosa, dulzona, con un punto de caramelo bastante rico. Los lúpulos, más que aportar un torbellino de aromas y sabores -como fuera el caso de una IPA- más bien aportan un toque herbáceo al final muy seco y el amargor consecuente. En efecto se echa de menos ese toque distintivo de la levadura belga (por tanto lo de Belgian a mí me sobra), no obstante es una cerveza peculiar, que se bebe muy fácilmente, refrescante y lo que a la postre nos importa, bastante rica. 6,5%.
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