Y la última parada birruna de nuestro breve periplo por los Madriles fue en La Caníbal, que ya estaba en nuestros planes antes de sacarnos los billetes del Ouigo. El plan era redondo: Paseíto matinal por El Retiro, breve paradita para calentar motores en el Be Hoppy y comida familiar en La Caníbal. Luego me tocó pasar toda la tarde en la tienda/restaurante de Cristina Oria para compensar a mi señora esposa. Mas valió la pena. Vaya que si valió.
Como os podéis imaginar, si había elegido La Caníbal como visita ineludible para comer en Madrid tenéis que dar por hecho que tienen buenas cervezas artesanas -¡y joder qué selección!- y como concepto rompedor, y que está cautivando a muchos winelovers, es el hecho de tener 16 grifos rotatorios de vino, que es una cosa que se echa de mucho de menos en la restauración. A esos 16 grifos de vino hay que añadirle otros 12 de cerveza (también rotatorios). Y además, con una cuidadísima selección en botella tanto de cervezas como de vinos.
Pero remontémonos un poquito en la historia para comprender el concepto del negocio. La Caníbal es la evolución lógica del antiguo restaurante gallego O Pazo de Lugo, ubicado en la calle de la Argumosa, en el barrio de Lavapiés, justo detrás del museo Reina Sofía. O Pazo de Lugo se funda en 1971, y desde entonces su cocina ha ido evolucionando, pero siempre manteniendo sus raíces gallegas. En 2019 deciden darle una vuelta de tuerca al negocio y convertirlo en La Caníbal, ampliando el espacio (adquiriendo el local adyacente), dando entrada a las cervezas artesanas, los pequeños productores de vino y los quesos. Cuenta con diferentes salas y diversos espacios, pero a destacar la que da a los grifos de vino, presidida por una única mesa central, donde se viene a compartir. Compartir mesa y compartir la experiencia. No les debe haber ido nada mal cuando han abierto un pequeño bar en Madrid Río, con grifos de cerveza artesana y vinos naturales al que han llamado La Grifería, y además han montado su propia fábrica de cerveza en San Blas (que no en el muelle), en las que fueran las instalaciones de MadBeer.
Allí nos plantamos, esposa, trío de churumbeles y servidor antes de las dos de la tarde. Habíamos reservado con anterioridad para no llevarnos desagradables sorpresas. Nos atiende un chico extraordinariamente amable que nos conduce hasta nuestra mesa. Mientras mi familia sigue al empleado, yo me quedo rezagado haciendo alguna foto, escudriñando la pantalla con las cervezas disponibles y posteriormente, quedar extasiado ante la magnitud y esplendor que arroja su cuidadísima selección de botellas de cerveza en nevera. Un empleado me despierta de mis delirios oníricos preguntándome si necesito ayuda para elegir. Yo lo tenía muy claro: una botellita de Farmhouse Ale con albaricoques y un puntito de brett de los neoyorquinos Grimm. Luego, con la cabeza más fría, pensé que me iba a perder la oportunidad de probar las cervezas de la casa, y que podía comprar esa misma cerveza en Beerbao, así que me decanté por el producto local.
De la selección de vinos poco voy a hablar más (esto no es Mundo Vinuno, amigos), así que me centraré en los mío: Las cervezas. Los doce grifos de La Caníbal apuestan por el producto propio. Fabrican alrededor de 21 cervezas de diferentes estilos, algunas de ellas fruto de la colaboración con otras cerveceras. En su web y en Untapped podéis echarle un ojo a su catálogo. En el momento de nuestra visita, contaban con 5 grifos de cerveza de la casa, otros cinco de otras cerveceras nacionales, y un par de grifos para cervezas foráneas: los italianos Alder y los belgas St. Bernardus. Afortunadamente sus grifos comprenden una gran diversidad de estilos, destinando solo un par a las omnipresentes Hazy IPAs, el resto dan cabida a Helles, Hefeweizen, Schwarzbier, Dunkel, Baltic Porter, Tripel y Fruited Sour. Mientras hacía las fotos de rigor ya me iba haciendo mis cábalas de lo que iba a ir cayendo, al menos hasta que fui a dar con su nevera, que me puso ante el terrible dilema de pedir birrotes foráneos o apostar por las cervezas de la casa. Como ya he comentado, me decanté por lo segundo.
Y es que joder, con lo que había en la nevera era como para planteárselo. Como seguramente no se va a poder distinguir todo el esplendor neveril en las fotografías que hice, mejor os lo voy desgranando: Grimm, unicornios de Side Project, joyazas de Firestone Walker, Tommie Sjef, Rodenbach, Meta y los vecinos de La Salvaje entre el apartado wild. Una buena selección de NEIPAs en lata, de cerveceras nacionales y de allende nuestras fronteras: Kom, Soma, Caleya, Maresme, Attik, Cierzo, Greyhound, Arpus, Fuerst Wiacek, Sudden Death, Pinta, o los rumanos Hop Hooligans entre muchos. En el apartado de baja fermentación: Mahrs, Ayinger, Alder, Dougall's y Yakka. En el apartado belga: Todo el repertorio de Westmalle, joyones de Struise, De Ranke, Dupont, Rochefort y Verhaeghe. Y atención en el apartado negruras porque había unicornios de Bottle Logic y Cycle, más todo un arsenalaco de otros petróleos de cerveceras de diversa proveniencia.
Al cabo de un ratete encuentro a mi familia ya acomodada en la mesa correspondiente echándole un ojo a la carta. Mi mujer incluso ya se ha pedido una copa de vino. El amabilísimo camarero le había recomendado un tinto monovarietal de Garnacha hecho en Ávila.
La sala donde estamos es bastante amplia, con luz agradable y da para bastantes mesas. A esa hora no hay demasiada gente y podemos estar tranquilos.
De lunes a viernes cuentan con un menú de 17€ que incluye un primero, un segundo, bebida, postre y café. También está la opción del medio menú, por 12€, donde habría que elegir un solo plato (de entre todos los primeros y todos los segundos) pero que también te incluiría la bebida, el postre y el café. Y si no vemos clara ni una cosa ni la otra, siempre podremos recurrir a la carta, donde tienen multitud de cosas para picar y varios platos principales, además de los postres.
Durante nuestra visita de primeros tenían: Caldo gallego, ensalada César con pollo crujiente; tallarines de eneldo con salsa de hinojo y salmón; filloas de verduras con salsa de cacahuete y por último huevos rancheros. Segundos: Medallón de solomillo de cerdo con salsa de miel; pollo de corral al horno con pimentón de la Vera; cochinillo con cuscús, pasas y almendras; cazón en adobo; bacalao a la vizcaína y por último escalope de ternera. Para mí el caldo gallego, mi mujer optó por las filloas, churumbel 2 y churumbel 3 optaron por la opción de medio menú y se decantaron por los segundos: el pollo y el solomillo. A churumbel 1 no le sedujo el menú, así que se tiró de cabeza a la carta.
Para picar disponen de sardina ahumada con pan de focaccia y fondo de guacamole, empanada de bonito con escabeche, ensalada de berenjenas con escabeche de cítricos, bonito en escabeche casero, cecina artesana, burrata artesana con albaricoques y ciruelas encurtidas, ensaladilla de arenques, alcachofas confitadas con papada ibérica, calçots a la brasa con salsa romesco, verdinas con ragù de ciervo, espárragos blancos de Navarra, verduras al horno con queso de Mahón muy viejo, tirabeques con huevos poché, piparras a la parrilla, revuelto de gurumelos, mejillones al vapor, brberechos de Noia al carbón de encina, zamburiñas a la plancha con fondo de de caldo Dashi, croquetas de chipirón con kataifi, caralladas (croqueta de lacón, chorizo y queso San Simón), gyozas de mollejas de cordero, bocartes con piparras y ajitos, soldaditos de Pavía, calamarcitos a la andaluza con mayonesa de cítricos, pulpo a feira y por último tortilla gallega (poco hecha, con lacón, chorizo y grelos).
Principales en carta: Orella de gocho con patatas revolconas; salchicha artesana hecha de carrilleras, jamón ibérico y foie servida con puré de boniato asado; crujiente de rabo de toro; steak tartar; torrezno ibérico con base de kimchi; tacos de chuleta y tuétano; costillas de vaca gallega a baja temperatura; entrecot de vaca madurado; chuletón de vaca madurado; codillo a la gallega; arroz meloso con bogavante; medallones de merluza rebozados; merluza a la gallega; lomos de caballa con verduras al carbón; rape de barriga negra a la brasa; y por último el rodaballo a la donostiarra. Mi hija al final se decantó por los tacos de chuleta y tuétano, que estaban brutales. Mi mujer pidió el bacalao de segundo y servidor el cuscús, que estaba increíble.
Para finalizar el ágape disponen de: Filloas rellenas de compota de manzana y queso cebreiro, strudel de manzana, tarta de queso cremosa, brownie con helado de vainilla, helado artesano de galleta y por último torrijas con leche de coco y crema caramelizada de vainilla.
Nadie perdonó el postre. Mi mujer pidió las filloas, churumbel 2 cheesecake, churumbel 3 brownie de chocolate y churumbel 1 y servidor optamos cada uno por su tarta de Santiago, por la que ambos tenemos predilección. Estaba todo increíble.
El servicio impecable, el chico que nos atendió estuvo de 10 en rapidez, amabilidad, a la hora de
recomendarnos y sugerir los platos y los vinos e incluso a la hora de hacer las combinaciones de platos y postres para que nos entrara el máximo posible de cosas dentro del precio del menú, cosa que agradecimos.
Nos encantó el espacio y la idea de negocio la encuentro inmejorable. ¡Que no se trata de entablar una guerra entre vinos y cervezas artesanas, oiga! Que se trata de que convivan y disfrutemos de ambos, considerando al uno y a la otra como un producto de alto valor gastronómico para un perfecto maridaje con gran diversidad de platos. Ese es el camino a seguir y aplaudo al equipo de La Caníbal. Que no tengan la menor duda que la próxima vez que nos pasemos por Madrid nos van a tener allí de vuelta. De momento ya se lo he recomendado a todos mis amigos y familiares. Me produce un gran placer colocar su correspondiente en nuestro Mapa Birruno. Clap, clap, clap.
-La Caníbal - Simancas. Como ya veníamos del Be Hoppy y me había tomado mi cerveza (y buena parte de la de mi mujer también) la jornada solo dio para un par de ellas, evidentemente de la casa. La primera en caer fue esta Munich Dunkel muy maltosa y de sabor tostado. Acaramelada y con un puntito dulce. Riquísima. 4,9%.
-La Caníbal - Imperio. La segunda y última en caer fue esta Baltic Porter intensa y sabrosa. La noté con bastante cuerpecito así que intuyo que está fermentada con levadura Ale. Sabor a cafetazo, muy rica y para disfrutarla con calmita. Me quedó un poco para maridar con la tarta de Santiago y le vino divina. 6,5%.
La Caníbal Argumosa 28, Madrid www.lacanibal.com 91 539 60 57
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