Bien es cierto que actualmente en nuestro país tenemos un panorama cervecero espectacular, sin tener que envidiarle nada a nadie. Desde este blog siempre intento hacer aprecio de las cerveceras locales y darles difusión y publicidad, pero, ¡ay, hijos míos!, no puedo remediar tener siempre un ojico puesto en lo que se hace en Bélgica y en los Estados Unidos.
Y sí, quizás haya cervezas patrias mejores y muchísimo más baratas que la que vamos a reseñar hoy, pero para freaks como el que suscribe, que tiene una lista de las cerveceras americanas que hay que catar antes de morir... pues sí, era imperativo hacerse con unas latitas de la cervecera que nos ocupa hoy: Foam.
Foam es una cervecera ubicada en Burlington, en el estado de Vermont (¡ojo!, no confundir con Burlington, Ontario, Canadá). Y como os habréis podido imaginar se especializan en New England IPAs bien jugositas. En 2016 se erigieron como una de las mejores cerveceras noveles a nivel mundial, y ahí es cuando empezó a picarme el gusanillo. El año pasado, justo por estas fechas, se me pusieron a tiro un par de variedades a través del Mikkeller Webshop, pero coincidió que acababa de hacer una cuantiosa compra y la nómina no daba para más. Este año parece que han aterrizado tanto en BierCaB ShoP de Barcelona (que es donde las compré yo) y en el Be Hoppy de Madrid, con bastante variedad, y además con numerosos barriles. Hace unos días coincidió que estaba por el BierCaB y pude hacerme con varias latas y además pude catar otra de sus variedades en formato grifo, lo que me ha permitido hacerme con una idea bastante buena del trabajo de la cervecera.
La primera toma de contacto fue con la de grifo -espectacular- y la segunda, con la Pavement, que fue la primera lata que abrí. Se trata de una New England Double IPA que viene hasta arriba de lúpulos Citra y Mosaic. La etiqueta es muy chula, pero la información brilla por su ausencia, de hecho no indica ni los ingredientes. A falta de vaso para IPAs la sirvo en esta copa que se parece a la del logo de la cervecera. Elevo la lata como si el líquido fuera a realizar el salto del ángel, y tras una grácil caída no logro sacarle demasiada espuma, un dedito de blanca crema no especialmente compacta, y tampoco especialmente duradera.
En nariz es una locura de fruta de la pasión y mango. En boca es muy sedosa, con poca retención del carbónico, quedando un tanto desbravada. Con mucho cuerpo, mas no por ello porrona ni cansina. Destacan los sabores cítricos -con buenas dosis de pomelo, mandarina y corteza de naranja- y un buen pelotazo de mango. Al final nos deja un amargor muy suave muy rico. Quizás no es la mejor NEDIPA de Citra y Mosaic que me haya bebido, pero no les vamos a quitar el mérito. Realmente es un trabajo muy fino. Lástima de la retención. Costó 13,50€. Si tenéis la suerte de comprarla en la fábrica os sale por 4,50$. Lata de 47,3cl.
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