Nunca le había prestado atención a la cervecera valona Caracole hasta que leí un artículo en El Mundo donde explicaba la peculiaridad de esta pequeña cervecera.
Pues sí, lo reconozco. Entono el mea culpa. Nunca despertó mi atención y siempre que me topaba con ella en alguna tienda se quedaba allí criando polvo. Tras leer el artículo ahora me la miro con mucho más cariño y merece todos mis respetos. Eso sí, me ha costado volver a dar con ella porque le han cambiado la etiqueta.
La cervecera en cuestión lleva desde 1765 elaborando la cerveza de la misma manera: con una lumbre de leña. El proceso realizado de esta manera resulta muy lento, de ahí el nombre de la cervecera.
Hoy vamos a abrir su Ambrée -que es la única que he encontrado de momento- de estilo Belgian Strong Amber Ale. La sirvo en copa TeKu y presenta un color efectivamente ambarino, acaramelado, y con mucha turbidez, viene con bastante poso y partículas en suspensión. La carbonatación es muy abundante y genera una gruesa capa de espuma muy compacta y persistente de color blanco roto. En nariz destaca el aroma a cereal y levadura belga. En boca resulta dulzona, me hubiera gustado un pelín menos de dulzor, pero estaba dentro de lo soportable. Notas de caramelo, el cereal bien presente y el toque belga que no falte. Tiene bastante cuerpo, pero no llega a hacerse pesada. El alcohol considero que está bastante bien integrado, no se nota nada en sabor, aunque reconozco que se me subió un poco. Me hubiera gustado un trabajo un poco más fino, pero no obstante considero que estaba rica y la experiencia fue placentera. Me la bebí con mucho cariño, también hay que decirlo. 7,9%. Comprada en la vinoteca La Viña de Benicàssim por2,24€.
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