El pasado sábado estuve con mi colega Charlie haciendo una ruta de senderismo por el lago de Banyoles. Evidentemente la salida tenía su letra pequeña, y es que la ruta en cuestión no había sido elegida para disfrutar únicamente de la belleza del lago y de sus alrededores. Tocaba visita birruna premeditada. Charlie es un gran adepto a las salidas cerveciles y estuvo encantado con el plan, así que las previsiones eran que nos íbamos a poner finos. Y así fue.
Como tengo pendientes de publicación varias visitas anteriores tendréis que esperar algunas semanas hasta la publicación de la entrada de La Microcervesera, que fue la tienda-cervecería que fuimos a visitar tras una larga peregrinación, pero mientras tanto os publicaré las cervezas que cayeron aquella gloriosa jornada.
Tenía muy claro que la primera sería una Lager de Riegele, que sabía de sobra que me estaban esperando en sus neveras. La sorpresa fue que acabase pidiendo una Doppelbock, ya que Ivan (el dueño del negocio) me puso los dientes largos con la descripción de la misma. La frase detonante fue "-A mí me gusta más que la Celebrator de Ayinger". No se hable más, ponnos dos. Pues nada Ator 20, bienvenida a Mundo Birruno. Qué lástima que no hayas pasado antes por el blog.
La receta lleva malta Pilsner, malta Munich, malta tostada, levadura Saccharomyces Cerevisiae y los lúpulos Hallertauer, Hersbrucker y Opal. La sirvo en la jarra de Schlenkerla que me proporcionó Ivan, y presenta el color marrón oscuro característico del estilo, con reflejos cobrizos y de color rubí. La carbonatación es muy abundante. Logro sacarle una capa muy gruesa de espuma cremosa, tupida, compacta y persistente de color beis. Mientras baja el asunto acerco la napia para disfrutar del espectáculo. En nariz predomina la malta tostada, espectacular, con notas achocolatadas, galleta (me ha recordado a las Campurrianas), galleta de jengibre y bizcocho. En boca es un trabajo finísimo, de una orfebrería birruna exquisita. Muy sabrosa, pero muy fina, todo muy suave y en su sitio, sin aristas, sin estridencias. Pese a contar con un 7,5% de alcohol entra con una alegría inusual. La verdad es que la cogimos con muchísimas ganas y el calor incitó a darle matarile con celeridad. Predomina la malta tostada, cero chamuscada, con notas centelleantes de caramelo, bizcocho, mucho chocolate, es un puro delirio. Entró como la seda, y el único inconveniente fue que se acabó demasiado rápido. Fue como despertar de un bonito sueño.
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