Qué ganicas tenía de reencontrarme con la Gueuzerie Tilquin, ídolos del que suscribe desde el minuto uno, en el mismísimo instante en que mis labios entraron en contacto con su Oude Gueuze.
La de hoy, la Quetsche, es también una cerveza Gueuze (Lambics añejas y jóvenes mezcladas) a la que han añadido una variedad de ciruelas típicas de Namur o de Alsacia.
Gasificación escasa y efervescente, bastante parecida a la del cava o la sidra. Color dorado. Al olfato ya nos hacemos a la idea de que nos espera un festival con más ácido que la ruta del bakalao, destacan los cítricos, sidra y cierto olor a cuero.
En boca es una cerveza muy ácida como impera el estilo, pero como dice el dicho: sarna con gusto no pica. Pues eso, para los apasionados del estilo esto es droga dura. Todo el saborazo de las Lambic, con ese puntito añejo que tanto nos flipa, el sabor a cuero, sidra y la acidez subidísima. Si alguien se pensaba en algún momento que el dulzor de las ciruelas iba a equilibrar la receta está muy equivocado. es más, yo no he sabido encontrarlas, por lo que no me ha valido la pena gastarme los 13€ que me ha costado, me hubiese tomado la Gueuze normal y me hubiese quedado igual. 6,4%. Degustada en el Lambicus de Barcelona, el paraíso de los vinagrillos belgas.
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