Volviendo de la Val d'Aran, camino al hogar, (esta vez declinamos hacer turisme català y volvimos directamente por Lleida) nos dio la hora de comer a mitad de camino y la verdad es que no me apetecía nada otro menú guarro en un bar de carretera como nos sucedió a la ida, así que empecé a emplearme a fondo. Mientras conducía empecé a repasar mentalmente todos los pins de mi mapa Google de cervecerías y tiendas que aún nos faltan por visitar, y recordé que por Mollerussa había un restaurante con 6 grifos craft que tenía muy buena pinta. Lo consulto con la parienta, que lo busca en su teléfono y me da el visto bueno. Es la una de la tarde, le toca comer al enano y estamos pasando por la capital del Segrià. En pocos minutos enlazamos con la A2 y nos plantamos en Mollerussa, en el restaurante Eat The World, que combina la mejor cocina internacional con el mejor producto local. Platos exóticos elaborados con productos de proximidad regados con las mejores cervezas artesanas de la zona, ¿qué más podemos pedir? ¡Para adentro que nos fuimos!
Eat The World abrió sus puertas el pasado 30 de junio. Sus propietarios -Alfons y Ana- han querido aunar en su negocio sus dos grandes pasiones: los viajes y la gastronomía. Su intención en servirnos el mundo entero en el plato, en un ambiente joven, distendido y divertido. Han hecho una selección de la mejor cocina de cada país, pero eso sí, todo elaborado con producto de proximidad, y la cerveza no podía ser una excepción. Desde el principio tenían muy claro que no iban a servir cerveza industrial. Han apostado por tener una nevera repleta de una gran selección craft y seis grifos con la mejor cerveza de la zona, dando valor a las cerveceras de su tierra y respetando y mimando el producto. Cuanto más cercano sea y más fresco esté, mejor. De momento trabajan con cuatro cerveceras: La Vilot (Almacelles), Matoll (Belianes), Lo Perot (Penelles) y La Vella Caravana (Menàrguens).
El espacio es amplísimo y muy luminoso, cosa que me agrada. Lo preside un mapamundi gigante que ocupa una pared entera. A la izquierda -al lado de las ventanas- se distribuyen todas las mesas. A la derecha, nada más entrar, hay una recogida zona que invita a tomarse unas cervezas con algo de picoteo de manera más distendida. La cocina está a la vista y tiene una gran actividad. Fuera, en la calle, hay un parque muy agradable que mi intuición me dice que no tardará en mejorarse con una terraza birruna como Dios manda.
La decoración es muy chula, con detalles en madera y lucecitas que nos aportan calidez. Todo nuevecito, impoluto y recién estrenado. Durante unos minutos estudiamos la carta, y una vez hemos decidido lo que vamos a pedir, encendemos la lucecita roja de nuestra bandeja y al instante aparece una agradable camarera para tomarnos nota.
Su carta es muy extensa. Nos pedimos nuestras primeras birras de tirador, pedimos que nos calienten el potito del enano y para acompañar nuestras espumosas empezamos nuestro viaje en Grecia, con un estupendo tzatziki con crudités de pepino que estaba excepcional. A los niños los mandamos a Inglaterra, con un espectacular fish & chips de merluza que estaba absolutamente delicioso, crujientito por fuera y la merluza de dentro se deshacía en la boca, de soltar lagrimones. Aclaro que venían dos lomazos acompañados con patatas fritas (obviously). Las raciones la verdad es que son muy abundantes.
Mi mujer viajó hasta el sur de los Estados Unidos para comerse su pulled pork, que estaba impresionante, yo yo me fui hasta México para comerme un surtidito de tacos impresionantes: el suadero de ternera, el de cochinita pibil (mi favorito), el veggie y el de pescado. Mejor imposible. Nos quedamos con muchísimas ganas de continuar viajando, así que en nuestras futuras incursiones nos esperan los nachos de México, el hummus de remolacha de Marruecos, el malajisi de pollo de China, los rollitos de pollo y verduras de Vietnam, la hamburguesa bourbon de 180g de Estados Unidos, las tres variedades de Udon de Japón (de carne, de pescado y de verduras), los Xijiang -pinchitos de cordero- de China, las gambas hawaiianas, las costillas de cerdo (ambas de EEUU), el pollo al curry de la India y por último el steak pepper al estilo go cup de Japón.
No nos podíamos despedir sin tomarnos el postre. Los chiquis se pidieron un postre de Oreo y nosotros la leche de coco. Para proseguir nuestro viaje me pedí un café solo, mirad qué detallazo. Hacía años que no me ponían un vasito de agua para después del café. Este tipo de cosas marcan la diferencia. La verdad es que estaba todo de 10, y lo mejor de todo es que si te da pereza te lo llevan a casa. Estoy por mudarme a Mollerussa.
Eat The World es el tipo de restaurante que nos gusta visitar, porque puedes tener una experiencia gastronómico-birruna completa. No solo vas a poder tomarte unas buenas cervezas artesanales bien frescas -tanto de botella como de tirador- sino que además vas a poder acompañarlas en condiciones, con unos entrantes, principales y postres de soltar la lagrimilla. El servicio de 10. La verdad es que ha sido un gran descubrimiento y a partir de ahora parada obligatoria en nuestros numerosos viajes futuros por la A2. Cada vez que vayamos a Zaragoza, Logroño, Pamplona o Euskadi ya sabemos donde vamos a parar a comer.¡Volveremos! De momento les colocamos su merecidísimo pin en nuestro
Mapa Birruno. Desde aquí les mandamos un enorme abrazo a todo el equipo del Eat The World y les deseamos la mejor de las suertes con su negocio, ¡se lo merecen! ¡Hasta pronto!
Balance de daños:
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Matoll - Saüc. Mi mujer fue a tiro hecho y no se dejó seducir por el resto de grifos. Sabía de buena tinta lo espectacular que está esta cerveza elaborada con flor de saúco, así que no quiso perderse la oportunidad de disfrutarla de tirador. Acertó de lleno. Estaba bestial. Podéis volver a leer la reseña que escribí en su día pinchando
aquí. 5,8%.
-Matoll - Mollerussa. También de Matoll me pedí la Mollerussa, para hacer aprecio del producto local. American Pale Ale elaborada con lúpulos Simcoe y Willamette. Con notas herbáceas refrescantes, cierto punto de resina, un poco de pino y un punto ácido que me resultó un tanto discordante. 5,5%.
-La Vella Caravana - Amor a primera NEIPA. Como todavía nos quedaba hora y media (mínimo) de viaje, no quería tomarme demasiadas cervezas, pero al final la curiosidad me pudo y pedí para compartir esta botella de New England IPA de la cervecera de Menàrguens. Os la reseñaré en breve. 6,0%.