Sigo barriendo para la terra, para retomar el contacto con la cervecera Espiga, de Sant Llorenç d'Hortons, que no pasaban por aquí desde la pandemia.
Hace unos días estuve comiendo en el restaurante Cal Temerari de Sant Cugat del Vallès y me topé con su Amber Ale en la nevera, así que no lo dudé a la hora de pedir maridaje a mi menú.
La receta lleva malta Maris Otter, trigo, copos de avena, malta de avena, copos dorados de avena y los lúpulos Galena y Amarillo.
Escancio a conciencia con la intención de sacar una buena corona de espuma pero tras el primer impacto contra el cristal la cosa ya pinta bastante mal. Nada de carbónico. Estas cosas me cabrean sobremanera.
Me sabe mal por Teresa y por Arnau, pero deben tener este feedback que sus cervezas no están llegando en condiciones al consumidor. Esto podría haber pasado en las primigenias cervezas catalanas de hace quince años, pero no en un 2025 donde es raro ya ver fábricas que no utilicen fermentadores isobáricos. es más cervezas enlatada sin carbónico, creo que las podría contar con los dedos de las manos. Por lo demás el aspecto es bastante correcto, con un bonito color ambarino bastante rojizo.
En boca la cerveza queda totalmente desbravada, y con un sabor bastante pasado de vueltas, excesivamente amargo (en teoría son 35 IBU). De fondo se puede apreciar un sabor maltoso rico, acaramelado, que es lo que tocaba. Insisto, no me gusta tener que escribir reseñas negativas, pero creo que en Espiga deben saber cómo llegan sus cervezas a la mesa, máxime cuando son las de su línea regular. 4,5%. Lata de 33cl.
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