Aunque no llevara en mi lista a la cervecera que nos atañe hoy, el chico de Kaspar & Lupulin, que vio mi predilección por lo rústico y lo granjero, me recomendó Sauvage Raisins de la brasserie La Berlue, con fábrica en Gaillac, a menos de una hora de Toulouse.
La Berlue fabrica cervezas y sodas ecológicas. Los estilos de cerveza que suelen fabricar suelen ser de corte belga, aunque de vez en cuando se marcan el punto de producir alguna cosita más americanizada. Tienen el plus de trabajar con ingredientes provenientes de la agricultura ecológica y por tanto la mayoría de sus cervezas y sodas llevan el correspondiente sello bio. Esto para mí es un plus.
El día posterior a mi visita a Kaspar & Lupulin, ya os lo explicaré más adelante, pero tuve la ocasión de catar cuatro referencias de La Berlue. Cervezas ricas, correctas sin más, ninguna de ellas me quitó el sueño. Pero joder, con Sauvages Raisins, el chico de la tienda acertó de lleno.
Se trata de una Italian Grape Ale (Cuvée 2020) fruto de un blend de varias de cervezas de fermentación salvaje maduradas en barrica con la adición de uvas de las variedades Duras y Mauzac del viñedo de Jéròme Galaup.
La sirvo en copa TeKu. Presenta un color que pulula entre lo cobrizo y lo ambarino, con algunos destellos rosáceos. La carbonatación es moderada. Aún así da para una correcta corona de espuma, no demasiado compacta de persistencia media tirando hacia la baja. En nariz destaca un aroma que me recuerda al de la sidra, que viene seguido de notas afrutadas bastante notables, que me recuerdan a la fresa, las grosellas e incluso el higo chumbo. Además de la sidra, la verdad es que no me esperaba el resto de frutas, cosa que me ha sorprendido gratamente.
En boca es una cerveza muy seca y bastante terrosa. Cuenta con un cuerpo bastante potente, no obstante, se bebe con relativa facilidad. La rusticidad y el toque Farmhouse bastante presentes. Tiene un puntito ácido muy alegre, bastante moderado, pero muy agradable y refrescante. Resulta muy afrutada, y a la que se atempera, se va definiendo más. Notas de fresa y grosella cada vez en boca, que me llevan loco durante toda la cata. Al final he caído en la cuenta que a lo que me estaba recordando sencillamente era a un vino rosado. Ahí me ha explotado la cabeza. ¡Qué rica y qué receta tan bien pensada! El lado salvaje nada ido de madre, el lado vinoso muy bien definido y aportando un sabor afrutado delicioso y la cerveza pululando de fondo, con su cebadita, el carbónico chispeante y esa sensación Farmhouse muy presente. Así todo por separado no tendría quizás por donde cogerse pero en su conjunto es una elaboración muy potente y muy acertada. Yo creo que tanto para amantes del vino como para amantes de la cerveza este elaboración es soberbia. Altamente recomendable. 10,5%. Acabé tajao, sí. Me costó 13,00€. Botella de 75cl.
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