El viaje a Piozzo y el Piamonte que realicé junto a mi mujer y mi hija, es sin duda uno de los viajes más especiales que he hecho en mi vida. En el Piamonte no hay Big Ben, no hay Torre Eiffel ni Louvre, ni Coffee Shops. En el Piamonte solo hay vida y la esencia pura de una región auténtica, donde disfrutar con calma de los pequeños placeres: un sencillo desayuno, una tranquila comida en Bra, un pequeño paseo a media tarde por las calles medievales de Alba, una escapada a Turín para contemplar
Me remonto al inicio de la
historia, hará ya unos 3 o 4 años,
cuando descubro la Baladin Isaac
y quedo totalmente fascinado por su sabor tan auténtico a trigo y naranja, no
tardo en hacerme con el resto de cervezas Baladin y enseguida mi mujer y yo
buscamos dónde está ubicado Piozzo en Google Maps, y empezamos a fantasear con
la idea de una futura visita al Piamonte.
Y una buena mañana, el día de mi
cumpleaños, aún en pijama, aparece mi mujer con un sobre en la mano con la
reserva para pasar la Semana Santa
en la Casa Baladin
“-¿Y cómo vamos a ir? Piozzo está a una hora en
coche desde el aeropuerto de Turín. –En coche. –¿En el 206? –Sí.” Y
llegó el mes de abril de 2012 y para allá nos fuimos, mi mujer embarazada de 5
meses, mi hija de año y medio y yo. Todos en el 206.
Atravesamos los Pirineos, dejamos
atrás las marismas de la
Camarga , atravesamos la Côte d’Azur de punta a punta y pasamos por la escarpada costa de la Liguria , y puente tras puente,
túnel tras túnel, nos fuimos acercando poco a poco a terreno piamontés. Pasada
Savona, dejamos atrás la costa adentrándonos en un paisaje boscoso que iba despertando de su letargo invernal.
Tras 875 kilómetros y 11
horas de viaje, salimos de la autostrada
para adentrarnos, a través de carreteras secundarias, a la región dil tartufo bianco, il vino di Barolo e la Birra Baladin. Alla fine siamo arrivati a Piozzo,
estamos en pleno corazón del auténtico Piemonte.
Santa Madonna.
Nos recibe Olga, una amable joven
rusa afincada en Piozzo de pausadas maneras, que nos acompaña hasta nuestra
habitación. Espectacular. La Casa Baladin
es una antigua casa de la pequeña villa de Piozzo rehabilitada, que combina
harmoniosamente la modernidad y la calidez, con pinceladas étnicas y vintage. Es como estar en la casa de un
adolescente Teo Musso leyendo sus cómics y a la vez en medio de un Riad en
Essaouira. Se fusiona la vieja piedra de la casina, la madera trabajada y los
muebles viejos, el hierro forjado de una barandilla imposible que cae en
cascada al salón, la chimenea cónica que asciende hasta el firmamento. Muy
luminoso durante el día y con luz tenue por la noche. Olga se ocupa en todo
momento de pinchar un hilo musical muy acorde al ambiente que se respira en la
casa.
Nuestra cámara es muy amplia y
cómoda, es como estar dentro de una haima
en medio del desierto, con una maleta vintage
que se convierte en perchero, lámparas colgantes, cojines y un sinfín de
detallitos, incluídos los ambientadores Baladin, que son una cucada. En el hall
se pueden disfrutar de numerosos libros y cómics antiguos del Corto Maltese, y
conectarse con el mundo exterior con un Mac que hay a disposición de los
clientes.
Se hace tarde y hay que pensar en
cenar. Es lunes y en Piozzo está todo absolutamente cerrado. Maurizio, el Chef
de la Casa , se
apiada de nosotros y nos invita a compartir con ellos la cena del staff. Donde caben 3 caben 5. La cena es
sencilla pero deliciosa. De antipasti
pomodori di Corbara, maridados con cerveza Mama Kriek de cerezas, que es
una absoluta locura. Para cenar sencillamente unos tagliatelle con crema di
carciofo, maridados con una cerveza impresionante, la Birra Nazionale , que es la
primera cerveza elaborada 100% con ingredientes italianos: el agua, el lúpulo y
la levadura de Piozzo, y la malta de una finca que tiene Baladin en el sur de
Italia. La sensación es indescriptible, es como beberse la tierra, el mismísimo
Piemonte, esa sensación solo la he
tenido con ciertos vinos, y ésta ha sido la única cerveza que me ha transmitido
esa sensación única. Pero aún no ha acabado la cosa. De postre Maurizio nos
encandila con una selección de quesos piamonteses, dispuestos en círculo, que
hay que comérselos siguiendo el sentido de las agujas del reloj, empezando por
el más suave y acabando con el más fuerte, acompañándolos con la cerveza
Xyauyù, un espectacular Barley Wine dulce y delicioso, para tomárselo
pausadamente (14º) a modo de Brandy o de vino de Oporto.
A la mañana siguiente, tras el
desayuno, nos ponemos en marcha para visitar el Birrificio Baladin, que está a
las afueras de la villa. Nos reciben dos chicas encantadoras que enseguida llaman
al encargado para que nos haga un tour por las instalaciones. El interior de la
fábrica es curioso, porque absolutamente todas las paredes y puertas de la
fábrica están decoradas por los mismos ilustradores que hacen las etiquetas de
sus cervezas, de manera que parece que uno esté dentro de una botella de Birra
Baladin. Me enseñan absolutamente todo, el almacén, donde hay unos gigantescos
palets que viajan hasta los Estados Unidos y creo que también a continente
australiano, esto no es una micro, es un Birrificio de una envergadura
considerable. Luego visitamos los tanques de fermentación, los tanques de
malta, los almacenes del grano, la nevera con los lúpulos y vemos in situ como
están haciendo un mosto de cerveza. Lástima de no haber hecho fotos del interior.
Llegados a un punto del tour, el
chico que me acompañaba me hace un gesto con la cabeza y me dice: “-Ahí está el capo”. Y allí estaba Teo
Musso, el papá de todo el tinglado. Teo es como el Willy Wonka de la birra. Un
auténtico apasionado de la birra, una persona siempre sonriente, siempre
entusiasta, y se le ilumina la mirada cuando hablas con él de cerveza. Nos
saludamos brevemente, porque estaba ocupado trabajando y acordamos que nos
esperaba a las 7 en la
Cantina Baladin de Piozzo. Un tanto escépticos por la
magnitud del evento acabamos nuestra visita y nos fuimos a visitar Bra y Alba
el resto del día.
Tras la puesta de sol volvimos a la Casa Baladin , donde pudimos
descansar un rato. Maurizio nos recuerda que nos espera para la cena, un menú de
6 platos con sus 6 correspondientes cervezas. Asomamos la cabeza por la Cantina , aparentemente un
bar de pueblo corriente. Al entrar alucinamos. Una auténtica carpa de circo
ocupa la sala principal de la cantina, con la pista, las luces y todo
cuidadísimo al milímetro para disfrutar del espectáculo de la birra. Un
absoluto regalo para los sentidos. Mientras viene Teo vamos pidiendo unas
cervezas para ir abriendo boca. La carta es impresionante, están todas las
variedades de Baladin en botella y también una serie de birras alla spina que solo se pueden beber
allí. Un auténtico privilegio. También hay carta de comida con una pinta
espectacular, pero como luego nos espera Maurizio preferimos no excedernos y
pedimos solo unas patatas fritas y unas olivas rebozadas buenísimas, todo
servido en unas papelinas muy vintage
Baladin. Al poco rato aparece Teo, el mago de la birra, que con exquisita
amabilidad nos atiende y nos explica la historia de cada cerveza, sus
proyectos, sus anécdotas, e intercambiamos opiniones e información sobre
cerveceras artesanas italianas y catalanas. “-Habéis
tenido suerte” -nos dice- “pasado
mañana me voy a Bélgica para reunirme con mi maestro de lúpulo”. Es
alucinante que con el emporio que tiene este hombre y con más de 30 cervezas
diferentes en el mercado, siga aún con esas ganas de aprender y de seguir
formándose como brewmaster.
Teo Musso es un gran entusiasta,
siempre con una sonrisa en la boca, y transmite toda esa energía positiva y su
pasión por la cerveza a la gente que le rodea. Un karma birruno que te alinea todos los chakras. El hombre nos invita a probar su Stout y su Bitter alla spina, que son espectaculares, y
cuando acabamos nos dice “Andiamo a casa”
y nos hace un ademán para que salgamos con él a la calle.
Nos lleva al antiguo Birrificio
Baladin, el origen de todo, y mientras atravesamos la calle nos enseña unas
marcas en el asfalto que atraviesan todo el pueblo, Teo nos señala las marcas
con el dedo: “-Por aquí antes pasaba el
birraducto, tuvimos que hacerlo para llevar la birra desde el birrificio a la
cantina”. Nos partimos de risa.
Llegamos a una antigua casa. Teo
entra a saludar a sus padres y habla con su madre en dialecto piamontés, luego
vuelve con nosotros y nos lleva al paraíso de la birra. Al entrar aparecemos en
una antigua cocina recientemente remodelada pero de aspecto vintage de los años
60, Teo nos explica que quería que tuviese el aspecto de la cocina que él
recordaba de su casa en su niñez, tras coger unas copas, nos adentra en la
bodega, donde tiene todas sus cervezas de reserva personal envejeciendo en
barricas, un auténtico arsenal. Nos da a probar sus Barley Wines, el Lune y el
Terre, primero los jóvenes, para que notemos todos el dulzor del azúcar, y
luego los envejecidos, para que veamos el cambio, alucinamos, seguimos
charlando y nos ofrece su Barley Wine envejecido en barricas de Whisky, es
realmente impresionante. Van pasando los minutos placenteramente entre cerveza
y cerveza y con gran dolor debemos dejar a Teo para la degustación del menú Baladin.
Al salir de su casa nos sentimos como el chavalín que acaba de salir de
Disneyland. “-Ciao Teo, é stato veramente
un grande piacere”.
Llegamos a Casa Baladin todavía
con el alucine, pero esto solo acababa de empezar, allí nos estaban esperando
Maurizio y Olga para trasladarnos al nirvana gastronómico. El primer plato
consiste en un salmón maridado con la
Isaac , una Wit muy acertada para el pescado, todo acompañado con una ensaladita, que Maurizio ha tenido lavándose en bicarbonato, ha tenido ese detalle con mi mujer encinta. De segundo un
plato colosal: crujiente de huevo con crema de espárragos trigueros y lecho de
parmesano. Espectacular. De maridaje la
Nora , una cerveza que sigue el estilo del antiguo egipcio
elaborada con Mirra ¡sí! Lo que llevaban los Reyes Magos, pues eso. De tercero
Maurizio nos deleita con un surtido de carnes de la zona, salchicha de Bra,
espectacular, todo maridado con la Birra
Nazionale. El cuarto plato son unos ravioli rellenos de
verduras maridados con una de las Birra Lurisia. El quinto, hay que
desabrocharse el botón, una espectacular carne de ternera con la Super Baladin. Como traca
final,, el postre consite en una crema de turrón con azúcar quemado maridada
con la Xyauyù. Han
valido la pena los 875
kilómetros .
Desde estas líneas quiero
agradecer a Teo Musso, a Maurizio Camilli, Olga y a todo el staff de Baladin - Piozzo su grandísima amabilidad, hospitalidad y
generosidad, os llevamos muy dentro. Millones de gracias.
Qué visitar cerca de Piozzo:
Bra. Bonita ciudad y cuna del
movimiento slowfood, es perfecta para pasear tranquilamente y disfrutar de una
buena comida en alguno de sus restaurantes hasta bien entrada la tarde.
Alba. Ciudad con un bonito centro
histórico medieval, muy indicada para tomar un helado y bajar la comida.
También se puede disfrutar de la gran estrella de la región: il tartufo bianco hasta donde permita el
bolsillo. Alba está rodeada de colinas repletas de viñedos y es fantástico
recorrer esas sinuosas carreteras y contemplar el verde paisaje.
Más Baladin:
Birra Baladin no solo cuenta con sede en Piozzo, han ido expandiendo su emporio por toda la geografia italiana, y ya cuentan con sus sedes de Open Baladin en Porto Fino, Turín, Bolonia, Milán, Cinzano, Cuneo y Roma. Como el viejo continente se les ha quedado pequeño también cuentan con un Riad Baladin en Essaouira (Marruecos) para relajarse y pasarse unas vacaciones birreras en la playa. Y finalmente, también cuentan con su sede en Nueva York, en la Birreria, en la terraza del Eataly, donde tomarse unas birras Baladin desde su azotea con vistas al edificio flecha.
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