Qué bonita es la magia navideña. Tras la reseña de Mikkeller del día 1 hoy volvemos con Evil Twin. En este maravilloso blog donde todo puede suceder (incluso beber heces de comadreja) volvemos a hacer magia para unir de nuevo a los hermanos Mikkel y Jeppe, que tarifaron en su día, ¡sí!, ¡tarifaron!, los que podían haber sido los Gemeliers de la birra, pero que acabaron como el Rosario de la Aurora por movidas familiares. En fin, una auténtica pena porque estos dos juntos con una fermentadora tendrían más peligro que McGuiver con el cacharro para piratear el Plus, eso que nos vamos a perder.
Al igual que a su hermano, a Jeppe le mola hacer turismo birruno y no tiene instalaciones propias, es lo que llamamos un Gipsy Brewer, es decir, un cervecero nómada que realiza su cerveza en las instalaciones de otros (un okupa birruno, vamos). En esta ocasión se ha puesto las chancletas y la camiseta de tirantes para irse a Porto Alegre (Brasil) y elaborar esta fantástica Berliner Weiße en las instalaciones de Tupiniquim, de hecho, si os fijáis, tanto la botella chaparrilla como la chapa del pajarraco son de los brasileños. Como los berlineses solían tomarla con sirope de frutas para rebajar la acidez, el Señor Jarnit-Bjergsø le ha dado el toque brasileño añadiendo fruta de la pasión. ¿Y qué coño pinta JFK en la etiqueta?. Es un juego de palabras entre el estilo de la cerveza y la célebre frase del difunto presidente "Ich bin ein berliner" (soy un berlinés) solidarizándose con los habitantes de Berlín durante el decimoquinto aniversario de la construcción del famoso muro.
Después de la chapa cultureta que os he pegao, ¡vamos allá!. Al olfato la cosa pinta excepcionalmente bien, el maracuyá es más que evidente, el aroma es increíble, también nos llegan los cítricos típicos del estilo, buah, un flipe. Yo me estoy volviendo un auténtico junkie de las Berliner Weiße y de las Gose, me ponen la cara como la del Fary comiendo limón pero me tienen enganchadísimo. Gasificación escasa, color anaranjado un tanto pálido, en boca es ácida como cabía esperar pero tampoco para resultar desagradable. El sabor a fruta de la pasión es delicioso, evidente, nítido, sabroso, bien presente, y con el fondo de Berliner Weiße espectacular. es una cerveza muy buena, me ha encantado pero le ha faltado algo de rollo, no sé, un puntito de algo, como para considerarla una cerveza excepcional. No obstante, se disfruta desde la primera hasta la última gota. 4,5%, comprada en BierCab por 4,60€.
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