Loquitos nos tienen los distribuidores desde que empezaron a importar birras de los States que nunca habían puesto un pie en Albacete. ¡Locoooooos! como el tolai que produjo el toa toa toa de Jesulín, como un puto cencerrooooo.
Pues sí. El tema es que los blogueros y gente del mundillo nos vemos sobrepasados por el volumen de birras -cada vez más y mejores- que nos llegan desde el otro lado del charco. Personalmente sigo de cerca las redes sociales de las tiendas más importantes de Barcelona y alrededores y reconozco que no doy abasto, y por lo que voy viendo, mis compañeros de blogosfera tampoco. Y es que uno no puede ir al jefe y decirle que le ingrese la nómina en el BierCab Shop, joder, tengo dos hijos que alimentar y una hipoteca. Quizás el día que me toque el euromillón me lo plantee, pero de momento hay que currar mi brodel.
Una de esas birras que nos ha llegado desde América es la Rico Sauvin de la cervecera de Louisville. Against The Grain ,tiene el prestigio de ser la mejor brewery del estado de Kentucky. Y damos fe de ello, la birra de hoy estaba muy, pero que muy rica.
De estilo Double India Pale Ale (AKA DIPA o Imperial IPA), la Rico Sauvin es una cerveza single hop elaborada únicamente con lúpulo Nelson Sauvin. El lúpulo neozelandés Nelson Sauvin toma su denominación de la uva Sauvignon Blanc, por su intenso aroma a fruta y a vino blanco. Es un lúpulo que ha estado bastante de moda últimamente entre muchísimas cerveceras -nacionales e internacionales- por sus magníficos resultados y su elegancia en boca, pero las últimas tendencias birrunas están apostando fuerte por el Mosaic. A mí me encantan los dos, le doy a todo, qué queréis que os diga.
Bien, la servimos en mi nuevo vaso para IPAs ¡que me han regalado mis niños y mi mujer por el día del padre!, ¡cómo no los voy a querer!, si tienen a su padre extasiaíco vivo. Aprovecho para indicar que el vaso en cuestión no es una frikada de turno -o sí- fue diseñado por Sam Calagione de Dogfish Head y Ken Grossman de Sierra Nevada Brewing Company y elaborado por la prestigiosa cristalera alemana Spiegelau. ¡Aquí hay mucho arrrrteeeee!, más que en el armario de Yoko Ono. Bien, déjate de rollos y vamos al grano, Javier, que te nos vas.
La cerveza es de un color ambarino precioso y con muchísima carbonatación. El vaso también ayuda a ello, oye. Hasta el último sorbo me estuvo manteniendo un dedito de espuma que evitó que la cerveza se oxidase durante la degustación. La espuma muy cremosa y abundante que desprende un aroma a fruta que haría que Carmen Miranda ordenase que le pinchasen esta cerveza en vena. Muy agradable. En boca es una cerveza extraordinaria, como la gran mayoría de IPAs que he probado con este lúpulo, es de los que no suelen fallar. Es de las DIPAs que molan, sin sobredosis de resina ni embolias por el alcohol. Pura fruta. Nos llega todo el sabor de la uva y la fruta tropical, que es una delicia, y con el final amargo que cabía esperar en una elaboración de este tipo, pero sin resultar estridente, a mí me ha parecido en un punto óptimo. Medio litraco de 8,2%, tómensela con calmita. Comprada en La Cervecita nuestra de cada día por 6€. En cervezas de esta calidad no me sabe mal dejarme la pasta.
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