Con la jauría cervecil que acontece actualmente en el beerxample parecía que no había vida birruna más allá del Clínic. Pero ¡ay, amigas birreras! Barcelona no se acaba donde empieza el mar, no, ¡hay barcas pa seguir!
A través de las redes sociales me hice eco de una cervecería con 12 tiradores craft y una carta bastante apetecible. Como hasta la fecha no habíamos tenido ninguna señal de vida birruna en el barrio de Les Corts surgió en mí esa imperiosa necesidad -con sudores fríos y delirios febriles- de hacer una prospección del lugar. Así que para allí que me fui, una soleada mañana de un viernes del mes de noviembre. Churumbeles en el cole, enano y su madre con las colegas... y papi de birreo en solitario. Me fui a comer -y beber- a El Tap.
Ubicado muy cerca de la Diagonal -a la altura de L'Illa- El Tap hace las veces de restaurante de menú diario además de cervecería craft. Me sorprendió la gran cantidad de gente que lo frecuenta al mediodía. Muchos trabajadores de las oficinas de la zona de Diagonal se acercan aquí para comer con los compañeros de trabajo. La gran afluencia de gente me dio a pensar que si estaba así de lleno sería básicamente porque la oferta gastronómica sería muy buena, y así fue. Por 10,50€ tienes un menú de dos platos, postre y birra craft incluída, por esa zona ya os digo que no abundan lugares con esa relación calidad/precio, así que era lógico que estuviese hasta la bandera.
Me aposté en la barra, en uno de los pocos sitios libres que quedaban -imposible encontrar una mesa libre- con el ánimo de establecer conversación birruna con alguno de sus trabajadores. Mis propósitos se vieron abocados al fracaso. El nivel de trabajo era tan intenso que la verdad es que nadie pudo estar por dedicarme unas palabras salvo un "ven por la noche que está todo más tranquilo", cosa que encuentro totalmente comprensible debido a las circunstancias. En fin, qué le vamos a hacer. La vida es así, no la he inventado yo.
La verdad es que me sentí un poco extraño, comiendo allí solo -yo la cerveza la entiendo como algo social- un menú rápido, así que intenté hacer un ejercicio de imaginación para visualizar cómo debe ser el mismo negocio ejerciendo de cervecería craft como tal. Finalmente llegué a lo conclusión de que lo mejor sería hacer otra visita a otra hora, cosa que veo complicado por mi poco tiempo libre, por la ubicación del negocio y por los millones de cervecerías craft que me quedan por reseñar solo en Barcelona. Pero nunca se sabe, joder, si han vuelto los vaqueros por encima del ombligo por qué no voy a volver yo.
El lugar es muy agradable, con una bonita decoración que combina la obra vista blanca, la madera y las pizarras. Fuera tiene una amplia terraza que en primavera y otoño es perfecta para tomar el solecito y muy adecuada en verano para tomar el fresco. Dentro se diferencian varias zonas: la barra, donde tomar unas buenas cervezas; las amplias mesas, para comer o cenar tranquilamente y finalmente un recogido rincón con sillones con vistas a la calle para relajarse y dejar transcurrir la tarde viendo el trajín de la gente al pasar mientras van cayendo las pintas.
En sus pizarras muchísimo producto local: Tibidabo, Ratpenat, Espina de Ferro, Ponent, la Calavera. También los gallegos Jakobsland y de producto de allende nuestras fronteras Weihenstephan, The Wild Beer Company y los italianos Brewfist. La selección en botella muy discreta, solo para el público abstemio y celíaco: Weihenstephaner Alkoholfrei y las clásicas Brunehaut sin gluten. La verdad es que eché en falta alguna latita o botella más para alegrar el repertorio.
Los 10,50€ del menú del mediodía incluían un vaso de la Pilsner de Tibidabo (el resto de las cervezas había que tarifarlas aparte) un entrante (de entre 3), un principal (de entre tres también) y postre o café. Yo elegí para comenzar el hummus de judías con lacón. De segundo dorada al horno. Para finalizar opté por el coulant de chocolate. Andando con viento fresco. A ver si tengo suerte de volver otro día más tranquilo y disfrutar de la cervecería como tal. De momento ahí va nuestro pin en nuestro hacinado Mapa Birruno.
En sus pizarras muchísimo producto local: Tibidabo, Ratpenat, Espina de Ferro, Ponent, la Calavera. También los gallegos Jakobsland y de producto de allende nuestras fronteras Weihenstephan, The Wild Beer Company y los italianos Brewfist. La selección en botella muy discreta, solo para el público abstemio y celíaco: Weihenstephaner Alkoholfrei y las clásicas Brunehaut sin gluten. La verdad es que eché en falta alguna latita o botella más para alegrar el repertorio.
Los 10,50€ del menú del mediodía incluían un vaso de la Pilsner de Tibidabo (el resto de las cervezas había que tarifarlas aparte) un entrante (de entre 3), un principal (de entre tres también) y postre o café. Yo elegí para comenzar el hummus de judías con lacón. De segundo dorada al horno. Para finalizar opté por el coulant de chocolate. Andando con viento fresco. A ver si tengo suerte de volver otro día más tranquilo y disfrutar de la cervecería como tal. De momento ahí va nuestro pin en nuestro hacinado Mapa Birruno.
Balance de daños:
-Tibidabo - Pils. Lager con un punto ácido que me hizo acordarme (excesivamente para mi gusto) de su Mangocuyá, de manera que intuyo que algún bichillo se les ha colado en el fermentador. Cuando te dedicas a hacer cervezas Sour estás jugando a la ruleta rusa para que el resto de tus cervezas acaben igual sin pretenderlo. 5,1%.
-Brewfist & Beer Here - Caterpillar. American Pale Ale con una buena dosis de centeno fruto de la colaboración con los daneses Beer Here, de los que no tenía noticias desde nuestro viaje a Copenhague. Muy clara, nada empalagosa y muy afrutada gracias a los lúpulos (Columbus y Motueka), que combinados con el centeno le dan un saborazo genial. Muy rica. 5,8%.
El Tap Constança 8, Barcelona www.eltap.es 93 539 64 13
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