Durante nuestra corta estancia en París pude hacer una mínima prospección birruna de su panorama (creo que pude aprovechar bastante para tan poco tiempo libre). Como íbamos pocos días no facturábamos maletas. Eso fue un inconveniente, ya que me hubiese gustado comprar muchas más botellas y poder acabar bebiéndomelas con calma en casa, pero al no poder llevar líquidos en la maleta tenía el hándicap de tener que comprar solo lo que me fuese a beber.
El primer día tras un viaje extenuante -sí, viajar con 3 críos, uno de ellos de un año acaba con cualquiera- y comer a las cuatro de la tarde (si era tarde para nosotros para los parisinos ya ni os cuento) decidimos llevar a mi madre a las galerías Lafayette. Allí es donde me hice con este ejemplar de La Parisenne. Me costó 3,50€, pero para ser París y el lugar donde me encontraba me pareció un precio razonable, y de esa manera aseguraba el tiro de que esa noche al menos iba a tener una bière artisanale esperándome en la nevera.
De las tres o cuatro variedades disponibles elegí la Blanche, que por estilo -una Witbier- podía casi con toda certeza asegurar que nos iba a gustar (a mi mujer también le van las Wit). En copa carbonatación media, color amarillento, un tanto pajizo y la turbidez característica del estilo. Se trata de una Witbier correcta, rica pero tampoco como para tirar cohetes. Con el sabor a trigo rico, un tanto dulzona, el sabor dulce de la naranja muy acertado y el puntito especiado que le da ese toque especial. Estuvo bien como primera toma de contacto con el panorama craft parisino.
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