Antes de comenzar la reseña de hoy quisiera desearos a todos un feliz 2021. Espero que durante este nuevo año gocemos todas y todos de muy buena salud acompañada de muy buenas birras.
Un año más. Aquí seguimos desde hace más de siete. Para estrenar el que comienza me he decantado por la Denver Pale Ale de una cervecera de largo recorrido -Great Divide- que lleva en el panorama craft estadounidense desde 1994. Ahí es nada. Seguramente la conoceréis por su célebre Yeti, una Imperial Stout a la que solo tuve acceso en una ocasión. Tuve que decidirme entre esa o la de Samuel Smith y al final me decanté por los segundos. Mala elección. No porque la cerveza fuera mala ni mucho menos, sino porque a la primera nunca más la he vuelto a ver.
Hará unas semana le echamos el ojo al catálogo de una tienda online y tenían la Yeti, pero como no consumamos la compra fueron pasando los días y se agotó, así que he tenido que consolarme con algunas otras cervezas de los de Denver (Colorado). Empiezo abriéndome esta American Pale Ale.
De color dorado, limpísima, sin turbidez, ni poso ni partículas en suspensión. Parece filtrada. De aroma a malta de cebada y con algún punto de cítricos. En boca es una cerveza muy ligera de trago, entra sola. De lupulización suave, con sabores herbáceos y un toque afrutado muy sutil. El amargor sí es bastante marcado. Quizás para las sobredosis de lúpulo a las que estamos acostumbrados últimamente se nos quede un poco corta, pero hay que reconocerle que es una cerveza ultra crushable, de esas que te beberías varios litros. 5,0%. La lata de 35,5cl se funde en cero coma. Me costó 3,49€.
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