Hace un par de semanas mi mujer y yo estuvimos gozando en el restaurante Marabrasa de Benicàssim de su brutal carta de productos a la brasa. De lagrimón todo y a precios razonables.
La carta cervecera lamentablemente también era de lagrimón, pero en el sentido opuesto, prácticamente todo industrial -incluso alguna IPA de algún gigante que no me apetece publicitar- así que por descarte acabé pidiendo la Hoegaarden, conocida de sobras por todos- que hacía muchísimos años que no bebía. Bueno, pues aprovechamos la ocasión para revisionar un clásico, que nunca está de más.
La cerveza es de estilo Witbier. La receta lleva malta de cebada, trigo, levadura, especias (no especifica), lúpulo (tampoco los especifica) y sirope de glucosa. La etiqueta indica que debe servirse a 4ºC. Malo.
Pues nada, la sirvo en la copa de una conocida marca que prefiero olvidar, presentando un aspecto bastante turbio, de color pálido blanquecino, propio del estilo. La carbonatación es abundante y nos deja una gruesa capa de espuma blanca, compacta y persistente. En nariz nos llega el aroma del trigo, así como el de la naranja. En boca es una cerveza rica, dulce, con el sabor del trigo como protagonista, un pelín especiada y con el sabor cítrico bastante marcado que la hace más bebestible. En general bastante facilona y con la sensación de que me estaba tomando un resfresco. 4,9%. No creo que hayan más revisiones futuras.
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