Hoy toca unicornio. En este caso unicornio belga que, por una cuestión de fortuna, vino a mí.
La cerveza de hoy es una verdadera rareza e incluso motivo de peregrinación de muchos beer geeks a la ciudad de Brujas. En dicha ciudad, existe una vieja taberna, oculta, ubicada en un estrechísimo callejón, al final de unas escaleras de piedra. Estamos hablando de Staminee De Garre, emblemático local brujense que lleva sirviendo cervezas desde 1700. Hace muchos años, sus propietarios, encargaron a la cervecera Van Steenberge que elaborara una cerveza para servir únicamente en su local, como cerveza de la casa. Staminee De Garre ya era un local de prestigio en su localidad, pero su fama aumentó gracias al reclamo de su cerveza Tripel.
El año pasado se empezaron a vender barriles y botellas fuera del local brujense, parece ser que de manera excepcional. Quizás éste haya sido el paso para que la célebre cerveza empiece a comercializarse fuera de la cervecería, pero ¡ojito! yo no me confiaría mucho, así que si alguna vez se os pone a tiro, yo no me lo pensaría por si las moscas.
A todo esto, en nuestra última visita a la cervecería La Bona Pinta de Barcelona, me la encontré en una nevera haciéndome ojitos. Pues nada, pese a su 11,0% de alcohol y aún sin tener nada en el estómago, cayó la primera de la tarde. El camarero tuvo la gracia y salero de ofrecerme su copa correspondiente. De color cobrizo, totalmente límpida, y muyyyyy carbonatada. La espuma parece crema. Muy sedosa, blanca como la nieve, tupida y muy persistente. Dan ganas de comérsela a cucharadas.
Asomo la tocha, y me vienen todos los fenoles, resultando muy especiada. También en nariz podemos encontrar aromas maltosos y el toque belga tan característico. En boca es una gozada. Pese a su a graduación entra pasmosamente bien, invitando a seguir bebiendo (a todo esto a palo seco, le meto un queso o un paté y caen 3 o cuatro con la consecuente cogorza). Maltosa, dulce pero no empalagosa, con notas de pimienta, también notas afrutadas y el toque característico de la levadura belga que no falte. Una joyaza. Los 11 gradacos perfectamente integrados, y la verdad es que la tarde continuó con 3 cervezas más y aún así pude acabar dignamente. Lo dicho, no la dejéis escapar.
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