La sirvo en vaso para Stouts, en el que fuera su último servicio antes de que mi mujer le diera muerte. Se precipita grácilmente sobre el vidrio generando una tímida capa de espuma, por lo que me esmero escanciando cual sidrero asturiano para obtener una bonita cascada. Color totalmente negro y de aspecto oleoso. Finalmente logro sacarle una socorrida corona de espuma compacta y cremosa de color beis, de correcta persistencia.
Al asomar el naso podemos disfrutar de malta tostada, cacao y café. Hay ansiedad por catarla. En boca es una cerveza con el cuerpo a full, muy sedosa y aterciopelada. Dulce en su justa medida, con el alcohol asomando en su justa medida, con ese punto que le da una chispita y al alegría al asunto pero sin irse de madre. Sabor tostado en el punto perfecto, sin que se pase a quemada, y con notas de chocolate, regaliz, melaza y fruta madura que son puro delirio. Una jodida maravilla. Mientras lloro, pienso que si la versión normal es así, cómo serán las versiones barrel aged. 10,5%. Me costó 10,90€ en La Abadía de Sant Vicenç dels Horts. Botella de 37,5cl. Chapita ansiada para mi colección, beibi.
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