Hacía un par de años que no nos abríamos una Cantillon y ya iba siendo hora de retomar las buenas prácticas. La verdad es que la demora no se debe a una falta de interés por la brasserie de Anderlecht, pero sí debido a cierto hartazgo con la subida de precios desmesurada respecto a sus productos. Es por eso que solo compro botellas de Cantillon durante el Zwanze Day de Mediona, a unos precios razonables. Como el último Zwanze Day al que asistí fue el de 2021, pues no compraba Cantillon desde entonces.
Y es que en 2022 a Jean Van Roy se le ocurrió la idea de celebrar el Zwanze Day cada dos años, en vez de cada año como se había celebrado hasta entonces. Además, para dar más por culo si cabe, en vez de celebrarse en septiembre como de costumbre, pasaba a celebrarse en el mes de abril, coincidiendo con el cumpleaños de mi señora esposa. No habrá putos sábados en todo el puto año. Afortunadamente, un buen amigo, que sí pudo acudir, compró esta botella de Sang Bleu y quiso compartirla conmigo durante una barbacoa celebrada en su casa.
Se trata de una Fruit Lambic elaborada a partir de una Lambic de dos años, con una maceración de camerises, que aquí he traducido como madreselva azul, cuyas bayas son parecidas a una suerte de arándanos con forma de campanilla.
La sirvo en copa TeKu, y presenta un precioso color rojizo (lamento que no se pueda apreciar en la fotografía) similar al de un vino tinto, con destellos de color rubí. Carbonatación moderada, con una suficiente corona de espuma de color rosa, no muy tupida, y no muy persistente. En nariz es un delirio de frutos del bosque, con un desfile de grosellas y frambuesas realmente espectacular. En boca no es una cerveza demasiado ácida, queda bastante equilibrada con el dulzor de la fruta, resultando muy fina y harmoniosa. Me ha sorprendido que siendo una Cantillon, no tenga muy marcado el ácido acético, que lo hay, pero de una manera muy sutil, en segundo plano, sin resultar nada invasivo y aportando complejidad al conjunto. Puntito de madera rico y el protagonismo absoluto de la fruta, que es un absoluto delirio. Reconozco que nunca he probado este tipo de bayas, pero el sabor me ha recordado mucho al de las grosellas negras, los arándanos y las frambuesas, e incluso con notas de vino tinto afrutado, que son una auténtica locura. De lo mejorcito que he probado de los belgas, que ya es decir. Joyón en formato 75cl. 6,0%.
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