El otro día un estimado amigo que volvía de pasar sus vacaciones de Semana Santa en La Rioja -dándole al Rioja- me trajo esta botellita de la cervecera Sargs, ubicada en Oion (Euskadi) pero que es limítrofe con Logroño. Vamos, que tan solo cruzando el Ebro pasas de beber txacolí a beber Riojita. De hecho en la botella aprece la bandera riojana.
Se trata de una American Pale Ale con muchas luces pero también con algunas sombras. En general me ha parecido que ajustando la receta con toda probabilidad les va a quedar una APA brutal. A día de hoy lamentablemente la cosa no es tan guay, vamos a entrar en detalles.
De color un tanto ambarina, con un punto tostado, y de carbonatación moderada y espuma compacta y agradable al tacto. Acercamos la napia y nos encontramos un aroma espectacular. De 10, inmejorable. Puro mango. Es como coger un mango, pelarlo y esnifarlo. Un olor tan nítido, tan intenso, tan exquisito. Impresionante. Desafortunadamente el siguiente paso no sigue en esta linea.
Tras el éxtasis total que nos ha producido el aroma procedemos con ansiedad a darle el primer tiento y aquí la cosa cambia considerablemente. El sabor me desconcierta y me deja descolocado. Estábamos disfrutando de unos espectaculares registros tropicales que de repente desaparecen de un plumazo y nos llega un amargor -que no aparece al final de la degustación, sino durante- y que en mi opinión se carga lo que estaba siendo una experiencia gastronómica colosal. El amargor me ha resultado extremadamente fuerte e incluso desagradable, muy descompensado y que desequilibra la cerveza, en teoría solo son 40 IBUs. Me ha parecido identificar algo de centeno en el sabor, pero no lo puedo asegurar porque no lo indica en la etiqueta. Insisto y me esfuerzo en encontrar el maravilloso mango en el sabor, que finalmente encuentro pero que queda solapado por ese fuerte amargor herbáceo. Una pena. 5,5%. Me gustaría volver a probarla dentro de un año o dos para ver cómo ha evolucionado la receta.
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