La única birra que se vino a casa tras mi visita a la bodega del Notariat de Barcelona fue la Dorée de los Padres Trapistas de la Abadía de Chimay, que creo que debe ser de las pocas (por no decir la única) que me faltaban por catar de los monjes belgas.
De color dorado y carbonatación abundante, genera una capa de espuma blanca de aspecto jabonoso. El aroma nos recuerda a los limones, la manzana y la pera, y también notas de lavadura y cereal. En boca predomina el cereal y una buena dosis de levadura que le da ese sabor tan característico a las Ales belgas. Muy suave el limón, que le da un toque muy refrescante, y muy vivos los sabores a manzana y pera, dejándonos un final muy suave y agradable. Me ha parecido riquísima, aunque debo admitir que el resto del repertorio de Chimay es considerablemente mejor. 4,8%.
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