Pues seguramente estaréis pensando que después de casi nueve años reseñando cervezas en el blog debo estar ya hasta la polla de todo y a estas alturas ya no debe haber nada que me sorprenda. Nada más lejos de la realidad.
Llega una de mis cerveceras fetiche - Birrificio Italiano y te saca Finisterræ para dejarte así, con el ojete tuerto. Advierto a futuros consumidores que conviene informarse al respecto (ya sea en este maravilloso blog, web de la cervecera u otras páginas) antes de soltar gilipolleces o ponerse a puntuar por debajo del 3,5 como he visto a algún mastuerzo en Untappd.
Empecemos aclarando que en dicha aplicación -a falta de estilos híbridos- la clasifican Weizen y se quedan tan anchos. Claro, si nos la vamos a tomar pensando en una cerveza Weizen alemana en el sentido más ultraortodoxo, seguramente nos parecerá un mojonazo. No vamos bien. Sus creadores la califican como una Italian White, que nos arroja poca información de lo que nos vamos a beber, y por ende, vamos a consultar en Untappd y la vamos a cagar. Por ese motivo hay que informarse previamente, ya que la cerveza en cuestión es un perfecto híbrido entre una Weizen alemana y una Saison belga, cosa que haría que un teutón se llevase las manos a la cabeza por considerarla una receta espuria, pero que haría las delicias del flamenco de turno, considerablemente muchísimo más abierto de miras en este aspecto.
Finisterræ se ha elaborado con malta de trigo y de cebada y además lleva una fermentación mixta. Dejémonos de preámbulos y vayamos a descubrir qué tal ha quedado el invento. Me debato entre servirla en un vaso alto para Weizens o en una TeKu. Finalmente opto por lo segundo. Presenta un bonito color pálido, con bastante turbidez, que nos recuerda a las Weizen germanas. La carbonatación es muy abundante y podemos generar una gruesa capa de espuma compacta, cremosa y muy persistente de color blanco.
En nariz destaca el carácter Saison. Mucha levadura, inclinándose hacia el lado fenólico. En boca la cosa nos rompe la olla al primer sorbo. El primer trago es de puro plátano, con una tendencia clarísima hacia la Weizen. Resulta sedosa y con considerable cuerpo, aunque se bebe con alegría. Está muy rica. La cosa continua bastante platanil, pero a medida que se va calentando van apareciendo sabores especiados, para luego venir una carga afrutada -de peras y manzanas- que nos va sacando en boca una cara un tanto más belga. Se produce en el paladar un insólito desfile de frutas, donde peras, manzanas y bananas juegan harmoniosamente sin que nada chirríe. Combina todo a la perfección. Final notablemente amargo, un pelín sequito también. En ningún momento se nos hace rara, parece todo tan natural y tan lógico, como si hubiese existido ese estilo toda la vida. Una maravilla. Tan solo me queda felicitar a Agostino Arioli. 5,0%. Comprada refrigerada en el Bar Bocamoll por 5,60€ (precio de restaurante). Botella de 33cl.
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