21 de enero de 2014

Nørrebro Bryghus - Copenhague





...y tanto nos gustó la New York Lager que nos fuimos a hacer una visita a la Nørrebro Bryghus de Køvenhavn.

Bien. Supongo que las vicisitudes que acontecen durante un viaje no son siempre agradables, bonitas y maravillosas. Forma parte de ese factor impredecible que de vez en cuando, durante un placentero viaje, uno se encuentre con alguna sorpresa non grata. Ese es el caso de nuestra experiencia en la Nørrebro Bryghus en Copenhague. 

Mirándolo con perspectiva hubiera preferido haber visitado otro lugar de los centenares que hay en esa maravillosa ciudad, pero bien, este tipo de experiencias también forman parte de los viajes y a la vez nos sirven de aprendizaje. Quizás tuvimos mala suerte, pero son demasiados factores a la vez como para parecer una casualidad, y además tuvimos la oportunidad de contrastarlo con gente local y todo apuntaba a lo mismo, el desastre. En fin, allá vamos.

La Nørrebro Bryghus está situada en el número 3 de la calle Ryesgade del barrio trendy de Nørrebro. Una de las cosas interesantes de la Nørrebro Bryghus es que cuentan con un restaurante y cafetería en el mismo lugar donde elaboran la cerveza, y los ves allí trabajando mientras comes y te tomas una cerveza que está hecha allí mismo. Es una zona tranquila y cuenta con una terraza muy bonita en el exterior. Y allí nos plantamos, mi mujer, mis dos hijos y yo.

Estuvimos esperando durante un largo rato pese a que no había mucha gente. Pasó el tiempo y allí seguíamos esperando hasta que llegó un joven camarero, pero no para tomarnos nota, sino para indicarnos que no podíamos estar en la terraza. -¿Por qué no?- pregunté yo extrañado -Están reservadas- Me contestó el joven camarero- ¿Toooodas?, pero si casi todas las mesas están vacías, solo hay una ocupada -insistí. -Es que esto se pone petaísimo a mediodía, no lo sabes tú bien -Me contestó el joven camarero en inglés para que yo lo pudiera entender. Mosqueados nos levantamos para sentarnos en el interior.

Cuando llegamos al interior nos encontramos con la desagradable sorpresa de que nada más entrar hay unas escaleras que suben a la planta de arriba y otras que bajan a la planta de abajo. -Oiga, que vamos con el cochecito doble de los niños, ¿seguro que no podemos comer fuera? -Lo siento pero no, ya le he dicho que están todas las mesas reservadas. Nadie nos ayudó a bajar las escaleras con el cochecito doble con los niños dentro, la bolsa de los niños y mi mochila a la espalda ¡viva la amabilidad danesa!. -¿Tienen tronas para los niños? -No. -Hala nenes, al cochecito.

Una vez sentados a mí ya se me habían quitado las ganas de comer. El camarero nos tomó nota y mientras esperábamos observé a los brewers cómo hacían la cerveza allí mismo. ¡Joder Javier, estás de suerte! Y para allí que me fui a entablar conversación con estos cerveceros daneses tan amables para saciar mi sed de sabiduría birruna y así poderla compartir con todos vosotros. -Hola soy Javier, he venido desde Barcelona hasta aquí para visitaros, me encanta vuestra New York Lager, es excelente. -¡Qué bonito Javier, nos alegramos mucho. -¿Qué tal, qué estáis preparando? -Pues mira, ahora mismo nos pillas a punto de hacer una infusión. -¿Vais a hacer el dry hopping? -No, es una infusión de especias, mira cómo huele. -Guau, impresionante. A medida que la conversación se iba alargando la amabilidad de los brewers fue menguando, el mayor de ellos acabó largándose con poco disimulo, y el más joven acabó poniendo cara de "chico no me ralles más" -Vale, lo capto, no os molesto más, me voy a la mesa a comer. Les dio lo mismo que viniera de Barcelona que de Pernambuco, en fin. He visto gente en ferias y en cerveceras muchísimo más prestigiosas con muchísima más amabilidad y ganas de tratar con el cliente que esta parejita. Pero bueno, eran bordes y punto, gente borde hay en todas partes.

-¡A la pitanza! -me dije yo, iluso de mí, pensando que con la panza llena se me olvidaría el percance con el camarero y la poca hospitalidad de los brewers. El banquete, sarcasmo MODE ON, consistió en una serie de smørrebrød (bocadillos abiertos, o una especie de tapa encima de un trozo de pan) de paté con pepinillo, gambas con huevo duro, un cacho carne con salsa de mostaza y arenques marinados. De postre, unos pequeños trozos de queso con un finísimo y crujiente especie de pan y yogur con frutas del bosque.

Se me olvidaba lo más importante, ¡las birras!. Lo único bueno de nuestra visita fueron las birras, que estaban muy buenas, menos mal, porque era el leitmotiv de nuestro paso por el barrio de Nørrebro. Mientras le daba de comer al niño, se le cayó algo al suelo, y al intentar impedirlo se me derramó casi toda mi cerveza encima de mi mujer. Nadie vino a limpiar la mesa. Nadie vino a limpiar el suelo. Nadie vino a ayudar a mi esposa a secarse o cambiarse. Ni siquiera vinieron a ofrecerme otra cerveza.

La cuenta. Casi 700 DKK, que al cambio son unos 100€. No está nada mal para salir cabreado y con hambre. Pagamos al contado y nos largamos. Nadie vino a ayudarnos a subir por las escaleras con el cochecito doble, las bolsas y la mochila. ¡Qué amables! Al salir TODAS las mesas que según el camarero estaban reservadas continuaban allí totalmente vacías.

Vamos a ver Nørrebro Bryghus, hacéis unas cevezas cojonudas, sí. Pero si no os gusta el trato con el cliente ¿para qué coño habéis abierto un restaurante? Es muy sencillo, hago cerveza y punto. Como ya os he comentado antes, tuvimos la oportunidad de comentar nuestra experiencia con algunos daneses bastante más encantadores que los de la bryghus y coincidimos en que el sitio era caro incluso para ellos y que sí, efectivamente son muy bordes.

Bien, pese a que me encanta la cerveza de esta bryghus (todavía no he probado ninguna mala de las 5 que he tenido ocasión de beber) he decidido no volver a comprarla nunca más. Hay un mundo entero por descubrir cuanto a cerveza artesana danesa se refiere, así que no va a suponer ningún trauma, solo con lo que saca Mikkeller al año podría contentarme, pero es que además está la To Øl, Eviltwin, Stronzo, Beer Here, Flying Couch y un larguísimo etcétera. No comprendo como en Nørrebro Bryghus pueden permitirse este tipo de gilipolleces cara a sus propios clientes y consumidores teniendo una competencia así. Lamentable.

Al día siguiente fuimos con los niños al nuevo acuario que acaban de inaugurar en Copenhague y cuyo edificio es espectacular. ¿A que no sabéis que cerveza vendían allí? ¡Bingo! Nørrebro Bryghus. Aquel día todos bebimos Coca-Cola.

Podéis sacar vosotros mismos vuestras propias conclusiones. No pretendo que la gente no vaya a la Nørrebro Bryghus desde el rencor. Yo simplemente explico mi desastrosa experiencia y luego cada uno que haga lo que quiera con su tiempo y con su dinero. La cerveza es excelente, eso quiero que quede muy claro, he probado muy pocas lagers artesanas con la calidad de esta brewery. Además son ecológicas y artesanas. A parte de ir a comer se puede ir allí solo a beber unas birras, no hace falta quedarse a comer. Si finalmente tomáis la decisión de ir espero que tengáis más suerte que yo. Yo solo os digo que la próxima vez que ponga un pie en el barrio de Nørrebro será para ir al Mikkeller & Friends, que está un poco más arriba. ¡Salud!


Balance de daños:


Bombay Pale Ale. Una IPA de lupulización suave, afrutada y con un punto amargo. 6,5% una IPA correcta pero sin nada especial.

Freja. Una Ale de estilo belga suavísima, refrescante, de trago fácil, de color pajizo y bajísima carbonatación. Sabor dulce de malta y un punto de miel. De tan solo 5%. Excelente.

Çeske Böhmer. Una lager de estilo Pilsner típico checo. Muy densa, con mucho cuerpo, casi masticable. De sabor a malta que te empapa la boca y un punto especiado. Muy buena. No hace falta ser checo para hacer pilsners espectaculares. 5,2%.

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