Bueno, después de haber probado la Vanilla Black Velvet y la Caribbean Chocolate Cake con tan pocos días de diferencia uno piensa que ya hemos llegado al top, que la cosa no se puede superar, entonces llegan estos cerveceros nómadas suecos y te vuelven totalmente loco con esta brutal Imperial Stout elaborada con malvaviscos, ¡sí!, con esas putas nubes de golosina tan esponjosas con las que a punto has estado de palmarla por asfixia cuando eras un enano, esas mismas, los ahora llamados marshmallows que venden en el LIDL en bolsas de cuatro kilos. Que quede claro que no me refiero ni a la flor de malvavisco ni a los caramelos de ídem, me refiero a eso que pinchan los americanos en un palo cuando salen de acampada y lo asan en la hoguera.
Pues eso. Aparece mi hermano con esto el día de mi cumpleaños y con 4 botellas más de 99-100 en ratebeer. Lágrimas de emoción. Eso es un hermano, coño.
Bueno, os explico bien como fue todo porque leyendo la etiqueta yo tampoco daba crédito, y con el tema de los malvaviscos me esperaba un fail más brutal que el de Bertín Osborne con Scavengers. Sigo leyendo, también lleva vainas de vainilla de Tahití. Mira qué bien. Elaborada en las instalaciones de De Molen, joder cómo se le ha ido la pinza a estos holandeses. En menudos jaris te metes, Menno.
La sirvo y tal, la cosa a priori no pinta tan mal. Le doy el primer tiento bastante escéptico a cualquier probabilidad de éxito. ¡Guau!. Ojos como platos. Dios mío de mi vida, ¿esto es de verdad?. El sabor es delicioso. Un intenso gusto a café y cacao extraordinario empapa todo el paladar. Sobre todo destaco el riquísimo sabor a café, que es para volverse loco, una delicia. Hay algo por ahí en el sabor que no sé lo que es, intuyo que son los malvaviscos (todavía no sé si asados o no) que acaba de redondear la cerveza y le da un sabor peculiar y distintivo a la cerveza. No es la típica Imperial Stout de libro. No me ha parecido nada empalagosa como podríamos imaginar en un principio dada la extravagante receta. En mi opinión es de las mejores Imperial Stouts que he probado nunca, me ha encantado. Alcohol peligrosamente bien integrado (11,0%). No sé cuanto le habrá costado a mi hermano y a mi cuñada (intuyo que muy cara) pero ésta en concreto es de las que no me importaría repetir y apoquinar lo que haga falta por un segundo chute de endorfinas all night long. ¡Bravo por los de Estocolmo!.
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