Volvemos a Dinamarca para traer una entre tantas de las miles de elaboraciones de Mikkeller. Catálogo inabarcable por ningún ser humano. Yo creo que ni el mismo Mikkel Borg no ha catao ni la mitad de las cervezas que produce su marca.
El mérito que tiene Mikkeller es que creo que no debe haber ningún estilo que se le haya resistido (incluso hicieron Lambics bajo el paraguas de las colaboraciones con cerveceras belgas). Hoy os traemos una Vienna, estilo que tampoco es que se prodigue demasiado por nuestras tierras, y lo que se ve suele decantarse habitualmente hacia el lado mierder. Creo que no me tomaba una Vienna que me soltase la lagrimita desde hace cuatro años con la Amber Shock de Birrificio Italiano. Ésta no es que supere a lo de los italianos, pero al menos me ha debajo bastante buen sabor de boca.
Pues nada, a dar la lata se ha dicho. La sirvo en jarra, presentando un color ambarino subido, con destellos rojizos. La carbonatación es muy abundante, aunque no demasiado persistente, la gruesa capa de espuma que logré generar no tarda en compactarse y dejar una moderada capa de espuma de color beis. La retención del carbónico no es mala, pero pierde bastante fuelle conforme avanza la degustación.
En tocha nos llegan aromas de maltas tostadas, toffee y caramelo. en boca es muy ligera de trago, entra con una facilidad pasmosa. Glú glú glú. Tostadita, rica, con notas de caramelo, toffee e incluso un puntito muy ligero de café. Pan tostado, dulce pero cero empalagosa. Tampoco es que sea una gran explosión de sabores en boca pero es fina y entra con muchísima alegría. Amargor final moderado. Qué queréis que os diga, ¡la he disfrutado mucho! Muy bebestible y bastante fiel al estilo. 5,6%. Comprada refrigerada en la General de Begudes de Valldoreix.
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