Ha habido mucho movimiento trapense durante este año, para bien y para mal. Comenzábamos 2021 lamentando la pérdida del sello trapista de la cervecera Achel, pero durante los meses siguientes también nos han llegado algunas alegrías.
Una de las que más no puso palote fue la salida de la Triple Extra de Rochefort, cuya receta ha estado perdida durante un siglo pero que gracias a Dios se ha podido recuperar para disfrute de los amantes de este tipo de cervezas. El segundo notición fue la salida de la Westmalle extra. Que no he tenido el gusto de probar, pero no dudéis que acabará cayendo por el blog más pronto que tarde.
Y otro delos noticiones trapenses de este año ha sido el que nos ocupa hoy: la reedición de la Chimay 150, popularmente conocida como la Chimay Verde. Todo lo que tocan estos monjes es oro y cómo no nos ha puesto muy hornies a todos sus adeptos. Pues venga, al lío.
Chimay 150 se elaboró por primera vez en 2012 para celebrar los 150 años de actividad birruna en la abadía. En aquel momento se realizó una edición limitada de botellas. No han podido esperar 10 años más para volver a sacarla a la venta y todo apunta a que va a consolidarse como otra cerveza de su catálogo regular. Sacamos la chapa y a falta de cáliz (monjes, se aceptan regalos) la sirvo en copa TeKu. La Chimay 150 (y nueve) se presenta con color dorado vívido y brillante. La espuma es abundante, compacta y cremosa.
En nariz ya nos llega el pelotazo del alcohol (10,0%), junto con su aroma belgian y notas florales y de cereal. En boca es muy alcohólica, un pelotazo de los guapos, pero sin que el cuerpo nos llegué a resultar durito. Es de esos pelotazos que entra guay. Muy sabrosa, con el sabor del cereal rico, bastante especiada, dulce, acaramelada, un tanto azucarada pero no en exceso. Muy belgian en sabor y un pelín sequita al final. A ver, yo con la Chimay Blanca ya cumplía, pero de vez en cuando ponerse un poco pelotari tampoco está de más. Para esos momentos especiales. Me costó 2,90€.
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