Seguimos de Oktobefest, seguimos en Baviera, aunque hoy nos vamos a desplazar hasta la región de Franconia, concretamente a la localidad de Bamberg, célebre por alojar varias cerveceras de prestigio, Heller entre ellas.
Durante mi penúltima visita al Bar Bocamoll de Sant Cugat, hice mella en sus neveras, y una de las elegidas para deslizarse por mi esófago fue la Kräusen de los mencionados alemanes.
En la cerveza de hoy confluyen dos peculiaridades: el toque ahumado marca de la casa y la técnica del kräusening. Con esta técnica (que yo sepa) creo que tan solo he catado dos referencias, la de hoy y la de Faust. Esta última estaba disponible cuando realicé mi compra en Beerstore para mi Oktoberfest casero, pero como suelo aturullarme muchísimo en este tipo de tiendas con tantísimas referencias, finalmente me la olvidé en la estantería. Ya volveré.
La técnica del kräusening consiste en añadir cerveza joven a cerveza madurada durante mucho tiempo, de manera que la cerveza vieja se ve complementada con la vivacidad de la cerveza joven, a la vez que adquiere matices más frescos. Amén de aportar nuevos azúcares fermentables que mantendrán el conjunto con una carbonatación adecuada. Los belgas directamente habrían añadido azúcar para este propósito, pero en Alemania, la ley de la pureza de 1516 prohíbe esta práctica, de manera que las cerveceras teutonas tuvieron que tirar de ingenio y recurrir al kräusening.
El ejemplar Schlenkerla consiste en madurar la Helles de la casa durante un tiempo prolongado en los profundos túneles bajo el Stephansberg de Bamberg. Posteriormente, se realiza el kräusening añadiendo la Märzen joven de la casa, de manera que nos queda una cerveza a caballo entre ambas.
La sirvo en el vaso shaker que me proporciona el establecimiento, que no pega ni con cola. Presenta un color ambarino, intenso, límpido. Carbonatación abundante y espuma blanca, compacta y persistente. En nariz nos saluda ese característico aroma ahumado marca de la casa. En boca es una cerveza ligera de trago, en ese sentido, la mezcla tiende más hacia las Helles. En cuanto a sabor, la balanza se inclina claramente hacia la Märzen, con el ahumado bien presente, aunque no tan intenso. El resultado de la mezcla es una cerveza más ligera, con la bebestibilidad de la Helles, que entra con alegría, pero bastante más sabrosa que ésta (que es la más suave de la casa). Sin llegar a ser tan intensa como la Märzen, es también bastante sabrosa, pero sin llegar a resultar cansina en ningún momento. La verdad es que entra con facilidad. Puntito acaramelado, puntito tostadete, y final de amargor notable (30 IBU) La verdad es que la he disfrutado muchísimo. 4,5%.
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